Uno de cada tres adolescentes dedica más de cinco horas al día al móvil

 

La adicción a internet ya afecta al 35% de los jóvenes de 15 años

Hoy se celebra el Día Mundial de Internet Segura en un momento en el que la inmensa mayoría de la sociedad ya es consciente de que existe un grave problema con el uso abusivo de las nuevas tecnologías entre los adolescentes. Aunque no es correcto hablar de «adicción a internet» -sí está reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) la adicción al juego online, por ejemplo- el porcentaje no deja de incrementarse año tras año.

Así, estudios realizados en 2017 indicaban que, por ejemplo, este uso compulsivo aumenta hasta el 35 por ciento en el caso de las chicas de 15 y 16 años. «En esa franja de edad es donde el uso es masivo e intensivo, si bien en el caso de las chicas el porcentaje de uso problemático está siempre cuatro o cinco puntos por encima», recalca el doctor en Psicología Social Antonio Rial Boubeta, uno de los mayores expertos a nivel nacional e internacional en la materia desde hace más de una década. Casi 500.000 jovenes de entre 12 y 18 años tienen este problema en España.

La importancia que se le da a nivel global a este problema la demuestra, además, el hecho de que por primera vez se haya incluido en el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad una estrategia sobre adicciones en la que se equiparan las que son con sustancias (estupefacientes, alcohol…) y las que no.

En concreto, un equipo de investigación que lidera la Universidad de Santiago de Compostela ha realizado estudios entre adolescentes que subrayan que casi uno de cada tres (29,4%) dedica más de cinco horas al día a internet y uno de cada cinco (22,5%) lo hace a partir de las medianoche. Los porcentajes, de 2017, se han duplicado en apenas tres años.

Para que exista un uso problemático de internet en general y de las redes sociales en particular, Rial recuerda que hay tres factores determinantes que son la frecuencia, la intensidad de uso y la interferencia. «Los dos primeros son necesarios pero no suficientes, la clave es el grado de interferencia en la vida familiar o personal, por ejemplo», cita. Tiene graves consecuencias como ansiedad, trastornos de personalidad e incluso depresión. «La OMS ha alertado del aumento de las tasas de depresión infanto-juvenil por un uso inadecuado de las redes sociales», recuerda Rial Boubeta.

Es, además, el principal problema de convivencia a nivel familiar en España y según los datos del equipo gallego afecta al 27,6 por ciento de las familias, casi 3,5 puntos más que en 2014.

«Es uno de los grandes retos a nivel social, institucional y de la comunidad», recalca el experto, que no cree que se haya alcanzado todavía la cúspide del problema. Para hacerle frente, insiste en la importancia de la educación en valores y emocional para dar a los jóvenes el soporte necesario para hacer frente al problema. «Están en una situación más que nunca de vulnerabilidad que además pone en evidencia las flaquezas que tiene el actual sistema educativo que se ocupa del rendimiento académico pero no de formar a personas con unas habilidades de vida y un soporte emocional para desenvolverse en su terreno, para ser más resistentes», subraya.