El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ha pedido a sus nuevos consejeros, en el acto de toma de posesión que ha tenido lugar este martes en Mérida, que sean “un gobierno lo más parecido posible a como son los ciudadanos, un gobierno en el que la gente se sienta reflejada”.

El presidente extremeño ha añadido que el nuevo gobierno debe comportarse de la misma forma en que se comporta la sociedad, ya que, ha afirmado, “si representamos a la gente humilde tenemos que ser humildes y si representamos a gente sencilla tenemos que ser sencillos”.

Fernández Vara ha recordado que hubo un momento en que “la política se topó con la corrupción y tenemos que hacer un esfuerzo por hacer de la honestidad y de la ética pública nuestras verdaderas señas de identidad”.

Asimismo, ha indicado a sus nuevos consejeros que vienen “para servir y no para mandar” y que no les pedirá que hagan “milagros” sino “honestidad, sinceridad y trabajo”, todo ello con el objetivo de “mejorar la vida de los demás”.

También ha animado a los integrantes del nuevo gabinete a que se ganen “la autoridad”, ya que cuando se accede a un cargo público se recibe “el poder pero no la autoridad”, ya que ésta se gana día tras día “con los que se tiene alrededor y con aquellos a los que se sirve”.

“Hay dos maneras de ejercer el liderazgo –ha señalado-, una dando puñetazos encima de la mesa y la otra con el ejemplo. La primera hace más ruido pero la segunda  llega más hondo y produce mejores resultados”.

CONTESTAR SIEMPRE

Por otra parte, Fernández Vara ha pedido a los nuevos responsables que ofrezcan siempre respuestas “adecuadas”, aunque éstas no sean “las esperadas” porque “a veces hay que decir que no pero hay que dar la respuesta”.

En este sentido, Fernández Vara se ha mostrado partidario del principio del silencio administrativo positivo, ya que “a la gente hay que contestarle, y si no se le contesta tiene que ser para decir que sí y no para decir que no”.

Durante su intervención ha establecido una diferencia entre «sabiduría y necedad» que consiste en que, en caso de error, «el sabio rectifica pero el necio persiste en el error». En este sentido, ha pedido que «no seamos necios porque eso puede tener consecuencias para la vida de mucha gente».

Además, ha situado la “bondad” por encima de la “sabiduría” porque “la buena gente es capaz de crear a su alrededor espacios que les permiten acertar”, y ésa es, ha dicho, la esperanza de mucha gente que cree en «la buena política y en la política honesta”.