Varios miles de extremeños se manifestaron ayer en Madrid tal y como estaba previsto tras semanas de convocatoria para reclamar un tren digno ya.
El viaje de los extremeños a Madrid para reclamar un tren que permita a la región equiparar su calidad de vida y posibilidades de desarrollo a la del resto de comunidades españolas, fue realizado por muchos de ellos en alguno de los 320 autobuses que los organizadores habían puesto a disposición de la ciudadanía.
Otros, entre ellos autoridades y políticos regionales entre los que destacaba el Presidente Guillermo Fernández Vara o su opuesto politicamente el ex-Presidente José Antonio Monago, olvidaron por unas horas sus camisetas de equipo y compartieron traviesas hasta la estación de Atocha. El resto de firmantes del Pacto por el Ferrocarril completaron los vagones aún a riesgo de «quedarse tirados» en algún punto del trayecto, cosa que afortunadamente no ocurrió. También La ocasión y la reclamación no era para menos.
Según la Delegación de Gobierno de Madrid, los asistentes a la protesta en la Plaza de España, fueron unos 6.000, pero con estas cifras las cuentas no salen. 320 Autobuses pueden trasnportar, y de hecho lo hicieron, a unas 15.000 personas. Si a esto sumanos los desplazamientos en tren que iba histórica e inusualmente abarrotado, más los particulares que se desplazaron con sus vehículos también repletos y los extremeños que viven en Madrid y que quisieron ir a apoyar la demanda de sus paisanos, así como la de otros españoles sensibilizados con la reclamación, la cuenta nos da un número indeterminado pero que, la Junta de Extremadura, aproxima a los 40.000 asistentes.
Con todo, la jornada de reclamación, fue larga y presidida por el entusiasmo y la alegría. El manifiesto, leído por Pepa Bueno y Jesús Sánchez Adalid, dejó claro que el tiempo de la espera ha terminado.
Habrá que esperar reacciones, pero más que reacciones, acciones. Esas que los extremeños llevamos décadas esperando y que, ahora sí, estamos dispuestos a reclamar elevando la voz hasta la misma capital de España. Nada de esto debería haber sucedido y todos confiamos y apelamos a la sensibilidad de Renfe y Adif para que, en un breve espacio de tiempo, las reclamaciones sean, no solo oídas que ya lo fueron ayer, sino aceptadas.