Años anteriores, el campamento que organiza la Parroquia de Nuestra Señora de La Candelaria de Fuente del Maestre (Badajoz) se va consolidando de forma positiva en torno a unos pilares fundamentales: una organización impecable, el creciente número de participantes que repite cada verano la experiencia, el trabajo de los monitores y la ejecución de actividades muy divertidas; siempre aparejadas a valores como el respeto, el compromiso, la lealtad, la solidaridad, o el trabajo cooperativo, entre otros . Todo bajo un enfoque cristiano , y buscando el crecimiento personal tanto de los niños como de los propios monitores.
En esta edición, siguiendo la línea de trabajo de otras pasadas, el campamento se ha transformado en “Villa Galia”, y las aventuras de Astérix y Obélix han sido el hilo conductor para la realización de todo tipo de actividades lúdicas , pero con mucho mensaje. Además se han celebrado charlas abiertas a la reflexión colectiva, los “Encuentros con Jesús” y varias Eucaristías. Tampoco ha faltado las canciones, como “Un Huracán” del grupo musical cristiano Hakuna, que los niños han pedido en no povas ocasiones.
Así lo ha explicado uno de su monitores, José Miguel Vicente: “ Hemos representados escenas de estos conocidos personajes como la del caldero de la poción mágica que da superpoderes. Para nosotros, ese superpoder es la autoestima que tenemos que trabajar todos, grandes y pequeños , día a día. Un valor importante que conectamos con la fe cristiana, ya que, en un campamento cristiano, nuestros druídas son Jesús y María”.
“ Otra actividad es cuando nuestra villa gala se desplaza a otra, el pueblo de Acebo, para rescatar a un galo de los romanos. Con esta actividad quisimos poner en valor la necesidad del trabajo en comunidad, del cooperativismo.”
J. Miguel Vicente, el monitor más veterano, ha comentado por qué cada año decide trabajar en estos campamentos: “Soy maestro, me viene por vocación el trabajar con niños y jóvenes. Pero es que estos campamentos te llenan y te vacían, son unas experiencias muy intensas para todos. Nos entregamos tanto, y recibimos tanto, que cuando acaba es como si te hubieras vaciado por dentro.
Les pasa a los niños, y nos pasa a los monitores, con los que llegar a forjar amistades de las de verdad. Hay quien no entiende que yo no me vaya de vacaciones por estas fechas, y yo siempre les digo que prueben porque merece la pena.”
En cuanto a los participantes, de entre 8 y 14 años, también han comentado que es una experiencia enriquecedora. Para Pablo Moreno, por ejemplo, “es de las mejores semanas del verano porque nos enseñan a ser mejores personas y las actividades son muy chulas. Yo, este año, me quedo con que compartir es necesario.”
A María Casado, otras de las participantes, le ha resultado especialmente importante “trabajar el valor de la lealtad, debemos cumplir lo que decimos.” Y ha comentado que “aquí no se conoce a las personas de manera superficial, sino que nos contamos cosas muy personales, compartimos vivencias a veces duras y siempre nos apoyamos mucho unos a otros.” Este año han participado unos 90 niños y niñas, y cerca de 30 monitores que han hecho posible que el campamento parroquial haya sido un gran éxito.
Los monitores también han querido agradecer “la confianza que depositan las familias en nosotros al entregarnos a sus hijos, de los que estamos siempre pendientes.”
Todos coincide en que empiezan ya a contar los días para celebrar el campamento del verano siguiente.
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CONCHA LLAMAZARES